Algunas personas tienen ansiedad y algunas otras no. Y cada persona con ansiedad, la vive de una forma.
En mi caso, la ansiedad lleva presente en mi vida... creo que desde que nací. Gran parte de ello, está relacionado con el hecho de ser autista.
Percibir el mundo de una manera diferente a la común hace que te encuentres barreras en tu día a día. Y que te hagas muchas preguntas que otra gente no se hace.
Recuerdo, por ejemplo, que en el colegio, con aproximadamente 6 años, nos mandaban tareas para hacer en clase de colorear, recortar, pegar, etc.
Lo común es que un niño pinte con los colores que le parece intentando no salirse de la línea, recorte el dibujo siguiendo la línea, y lo pegue.
Además, un niño de aproximadamente 6 años es lógico que no tenga unas habilidades motoras muy desarrolladas así que la línea es bastante gruesa para que pueda seguirla bien cuando está con las tijeras en la mano.
No obstante, recuerdo de una forma muy nítida cómo me fijaba en la manera que hacían el trabajo mis compañeros de clase. Y había una duda persistente en mi cabeza, que nunca llegué a verbalizar por miedo a que alguien me dijera algo malo, pero esa duda era: de la línea tan ancha por la que debemos recortar, ¿recorto por el borde de fuera, por el medio, o por el borde de dentro?
Y puede parecer una tontería pero con 6 años me encontraba en esa situación todos los días, y durante años no supe si había una forma concreta de hacerlo "bien", y si yo lo estaba haciendo bien o no.
Más tarde, los alumnos que tenían 1 año más que yo comenzaron a fijarse en mí. Y dio lugar al comienzo de mi historia de bullying (que contaré en otra entrada del blog).
A mi intento de encajar y mi perfeccionismo, se le había sumado que ahora tenía a unas personas observando todo lo que hacía y decía, lo que provocaba que yo buscara con más ganas (si era posible) la perfección. Con el objetivo de que no se pudiera decir nada de mí o mis trabajos y, así, lograr pasar desapercibido.
Y así fui pasando de Educación Infantil a Educación Primaria y, después, a la ESO (Educación Secundaría Obligatoria).
Durante todos esos cursos, sufrí bullying. Y eso hacía que mi deseo de buscar la perfección, para poder pasar desapercibido y que nadie dijera nada de mí, fuera más y más intenso.
Como os podréis imaginar, la presión no cesó en ninguno de los cursos entre los 5 y los 16 años. Yo no conseguía pasar desapercibido y eso hacía que me presionara más a mí mismo en la búsqueda de la perfección para que me dejaran en paz.
Mi pensamiento en aquél entonces era: "Si todo está perfecto, no hay nada que puedan comentar, más allá de que está perfecto."
Y así era en mis trabajos, exámenes y día a día. Mi manera de estudiar consistía en memorizar las lecciones como quien memoriza el orden de las letras del abecedario o una canción. Dedicar muchísimo tiempo y repetirlo todo una y otra vez hasta que salga tal y como es.
Ya podía ser historia, ciencias naturales... Daba igual. Todos los libros tenían las lecciones separadas en temas, y, éstos, en preguntas.
Por lo que en mi casa, el tiempo de estudio era:
"Hoy hemos dado estas 2 preguntas de historia en clase y tenemos que hacer estos 5 ejercicios, hago los ejercicios para quitarlos de en medio y me pongo a estudiar."
Y, una vez terminados los ejercicios, guardaba la libreta y tocaba memorizar: leo la primera oración, la repito hasta que se me queda. Leo hasta el punto siguiente. Repito en voz alta las dos oraciones. Leo las dos oraciones otra vez hasta el siguiente punto. Ya van 3 oraciones. Las repito en voz alta y sigo. Es decir: estudiaba de punto en punto.
Leo, repito, leo añadiendo, repito desde el principio diciendo lo nuevo. Si diciéndolo me salto una frase, vuelvo a repetirlo todo desde el principio hasta que salga todo de seguido.
De esta forma, si la profesora preguntaba la lección al día siguiente, yo no iba a fallar ni a dudar, se la iba a decir bien. Y luego, de cara al examen, tenía asegurado el 10, porque iba a ponerlo todo exactamente igual que lo traía escrito el libro. Y ahí, no había posibilidad de fallo.
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Y así convivía con mi ansiedad, aceptándola como algo normal y llevándola como si fuera mi amiga. El fallo nunca era una opción, debía reducir al máximo todas las probabilidades de equivocarme.
Pero lo que yo no supe hasta bastante tiempo después, es que lo que me pasaba no era "simple perfeccionismo" si no ansiedad.
Como ya dije antes, todo eso se había desarrollado junto a mi personalidad. Por lo tanto, en ningún momento era consciente de que tenía ansiedad, pensaba que la vida era así. Pensaba que la ansiedad era algo normal.
Fue precisamente por eso por lo que decidí que el blog quería llamarlo "El perfectamente imperfecto", porque después de tantos años forzándome a ser perfecto, ha llegado el momento de pasar página y quererme y mostrarme tal y como soy, nadie es perfecto y yo no voy a ser la excepción. No, no soy perfecto, soy perfectamente imperfecto.
Y es que, el perfeccionismo no es la única forma en la que se manifiesta mi ansiedad.
También se manifiesta en forma de pensamientos.
- "¿Qué planes tengo para esta semana?"
- "¿Seguro que lo tengo todo anotado en el calendario y no se me olvida nada?"
- "Vale, si mañana tengo que estar a las 9h en ese sitio, ¿a qué hora me despierto?, ¿cuánto tiempo tardo en llegar de mi casa a ese sitio?, ¿y qué ropa me pondré?"
- "Ah, mañana tengo que acordarme de preparar la comida por la mañana porque si no se me olvida... claro, entonces la preparo justo después de salir de la ducha y luego ya desayuno."
- "No, preparo la comida, la guardo en la mochila y luego ya desayuno. ¿O será mejor guardarlo en el frigorífico hasta que marche para que no esté caliente?"
- "Pero... ¿y si se me olvida la comida en la nevera?"...
Oleadas de pensamientos fugaces que chocan unos con otros. Parece que no has terminado de pensar uno y ya llega otro que lo solapa.
Y también se manifiesta como recuerdos del pasado.
- Una frase estúpida que dijiste y preferías no haber dicho.
- Acciones que te han recriminado.
- Cosas que podías haber hecho mejor o de otra forma.
- Sucesos a los que ahora reaccionarías de una manera completamente distinta y piensas que ojalá te pasara ahora porque sabrías qué hacer.
- Cómo responderías a ese comentario que te dijeron con intención de insultarte.
Recuerdos que se mezclan, que se presentan en mi cabeza como si me metiera en medio de un concierto antes de empezar, donde sólo puedes oír ruido y más ruido, y sientes que el silencio es un completo desconocido.
Y eso es justo lo que me está pasando ahora cuando escribo esto. A las 12 de la noche vine a mi habitación a dormir, y estuve en la cama intentando dormir hasta las 2 y media. A esa hora me levanté de la cama para coger el móvil e intentar hacer algo productivo, y aquí estoy escribiendo esta entrada a las 3 y 28 de la madrugada. (Y, editándola, corrigiendo expresiones, y releyendo una y otra vez lo mismo para que suene bien, a la 8 menos 10. No, no he dormido ni 2 minutos.)
Tomo medicación para la ansiedad.
(Edito a las 8:36. Me acabo de dar cuenta de que ayer se me olvidó tomar la medicación y que por eso no pude dormir...) Y eso evita que tenga ataques de ansiedad constantes, y lo pase realmente mal. Ahora no se me duermen las manos o los labios, no aumentan mis pulsaciones, no se me acelera la respiración, ni si quiera me siento agobiado.
Pero de vez en cuando, como ahora mismo a las 3 y media de la madrugada, a la ansiedad le gusta presentarse en mi cabeza para atiborrarla de pensamientos y recuerdos, y, como una persona en medio de un concierto a punto de empezar, consigue que piense que el silencio es un completo desconocido.
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